domingo, 24 de mayo de 2009

Reflexión sobre el G-20 y la lectura de Gilpin.


Para comenzar esta reflexión debemos decir que el Grupo de los Veinte (G-20) fue establecido en el 1999 para conformar un foro donde las economías en desarrollo e industrializadas se sentaran a discutir puntos claves en lo que respecta a la economía global. Este grupo se conforma por los Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales de diecinueve (19) países y la Unión Europea, los países son: Alemania; Arabia Saudita; Argentina; Australia; Brasil; Canadá; China; Corea del Sur; Estados Unidos de América; Francia; India; Indonesia; Italia; Japón; México; Reino Unido; Rusia; Sud-África; y, Turquía.

Cabe destacar que estos países representan el 90 por ciento del producto nacional bruto global, 80 por ciento del comercio mundial, así como dos tercios de la población mundial. Además de estos veinte (20) miembros, el Director del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Presidente del Banco Mundial (BM), más los integrantes del Comité Monetario y Financiero Internacional, y el Comité de Desarrollo del FMI y el BM participan en las reuniones del G-20 como miembros ex-oficio para asegurarse de que las instituciones y el foro de economía global trabajen juntos. El G-20 tiene un alto grado de legitimidad e influencia sobre el manejo de la economía global y el sistema financiero por el peso económico y la variedad de miembros que lo integran.

Este foro informal contribuye al fortalecimiento de la arquitectura financiera internacional y provee oportunidades de dialogo en cuanto a políticas nacionales, cooperación internacional, e instituciones financieras internacionales, así como ayuda al crecimiento y desarrollo económico alrededor de todo el globo terráqueo. El G-20 fue creado como respuesta a la crisis financiera de finales de los 1990 y ante el reconocimiento creciente de países con mercados emergentes claves y que no habían sido incluidos en la discusión y gobernanza de la economía global. Desde 1999 el G-20 ha obtenido logros en cuanto a lograr acuerdos en términos de las políticas de crecimiento económico, logrando reduciendo el abuso del sistema financiero, lidiando con las crisis financieras y combatiendo el financiamiento del terrorismo.

Sobre estos aspectos, en el 2004, los países que conforman el G-20 se comprometieron a adoptar nuevos altos estándares sobre transparencia y el intercambio de información relacionada con la tributación de impuestos. Igual el G-20 ha tenido un papel significativo en lo concerniente a lograr una reforma de la arquitectura financiera internacional. En el 2008, a través de este foro, se ha logrado que los países se comprometan a profundizar en la cooperación para mejorar la regulación, supervisión, y el funcionamiento general de los mercados financieros mundiales. En este año 2009, se volvió a reunir el G-20 en Londres. Allí acordaron realizar todo lo necesario para: restaurar la confianza, el crecimiento, y los trabajos; reparar el sistema financiero para restaurar préstamos; fortalecer la regulación financiera para reconstruir confianza; dar fondos y reformar las instituciones financieras internacionales para sobrellevar la crisis y prevenir futuras; promover el comercio y la inversión global, así como rechazar el proteccionismo para apuntalar la prosperidad; y, construir una recuperación inclusiva, verde y sustentable.

En términos del fortalecimiento de la supervisión y regulación financiera, los países miembros del G-20 acordaron asegurarse que los sistemas regulatorios domésticos sean fuertes. Pero así mismo acordaron mayor consistencia y cooperación sistemática para mejorar el sistema financiero global. Por lo tanto, los reguladores y los supervisores deben proteger a los consumidores e inversores, apoyar la disciplina de mercado, evitar los efectos adversos sobre otros países, reducir las posibilidades de arbitraje regulatorio, fomentar la competencia y el dinamismo, y seguir el ritmo de la innovación en el mercado.

Para esto, los países del G-20 se comprometieron con establecer un nuevo Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) con un mandato reforzado, como sucesor del Foro de Estabilidad Financiera (FSF), incluidos todos los países del G20, los miembros de la FSF, España, y la Comisión Europea. Este FSB deberá colaborar con el FMI para proporcionar una alerta temprana de los riesgos macroeconómicos y financieros y las acciones necesarias para hacer frente a ellos. Así mismo se comprometieron en ampliar la regulación y supervisión a todas las instituciones financieras sistémicamente importantes, los instrumentos y mercados. Pero además, adoptaran medidas contra las jurisdicciones que no cooperan, incluidos paraísos fiscales. Esto podría llevar a que se implementen sanciones para proteger las finanzas públicas de los países miembros y los sistemas financieros. Para el G-20 la era del secreto bancario se ha terminado, y por lo tanto tienen presente que la OCDE publicó una lista de países evaluados por el Foro Mundial contra la norma internacional para el intercambio de información fiscal, donde Costa Rica está incluido.

Por otra parte, en relación al compromiso de fortalecer las instituciones financieras globales, el G-20 se comprometió poner a disposición una suma adicional de $ 850 mil millones como recursos a través de las instituciones financieras globales para apoyar el crecimiento en mercados emergentes y los países en desarrollo, ayudando a financiar el gasto contra cíclico, recapitalización bancaria, la infraestructura, la financiación del comercio, la balanza de pagos, “rollover” de deuda, y apoyo social. Esta cantidad se distribuirá en $ 250 mil millones para el FMI, $ 500 mil millones para Nuevos Acuerdos para la Obtención de Préstamos, y, $ 100 mil millones por los bancos multilaterales de desarrollo (BMD).

Además, de este apoyo en recursos monetarios los países se comprometieron en fortalecer a más largo plazo la pertinencia, eficacia y legitimidad de las instituciones financieras. Por lo tanto, están en disposición de reformar y modernizar las instituciones financieras internacionales para asegurar que pueden ayudar a los miembros y accionistas de manera efectiva en los nuevos retos que se enfrentan. Este compromiso se dirige a reformar sus mandatos, el alcance y la gobernanza a fin de reflejar los cambios en la economía mundial y los nuevos desafíos de la globalización, y que las economías emergentes y en desarrollo, incluidos los más pobres, debe tener una mayor voz y representación. Siendo esto acompañado de medidas para aumentar la credibilidad y la rendición de cuentas de las instituciones a través de una mejor supervisión estratégica y la toma de decisiones. Esto incluiría que los jefes y altos dirigentes de las instituciones financieras internacionales deberían ser nombrados mediante un proceso abierto, transparente, basado en el mérito y el proceso de selección. De igual forma estarían aplicándose las recomendaciones dadas por el foro en el 2008 con respecto al FMI y el Banco Mundial.

Por otro lado, al tener en consideración todo lo anterior sobre el G-20, podría pensar en las conclusiones que Robert Gilpin realiza sobre las dinámicas de la economía política internacional. Este autor señala que la evolución de la economía mundial y el acompañamiento del cambio estructural implican tres acontecimientos. El primero es el cambio en el lugar de las actividades económicas de una región a otra. El segundo es el auge y el declive de sectores económicos. Y el tercero es la creciente integración de las economías nacionales y la consiguiente repercusión de las fuerzas externas en el bienestar nacional.

La primera cuestión planteada planteado por el autor surge, según él, por el desigual proceso de crecimiento en el liderazgo político y la cooperación internacional. Señala que una economía en crecimiento estable requiere un liderazgo político, pero el proceso de crecimiento tiende a socavar ese liderazgo. La segunda cuestión es la relación de cambio económico y político. Según Gilpin, el proceso de crecimiento económico desigual causa grandes cambios estructurales en la economía mundial, que plantean un importante problema político de ajuste para cada una de las naciones. Mientras, la tercera cuestión planteada por el proceso de crecimiento es de sus efectos sobre el desarrollo, la decadencia, y el bienestar de las naciones individuales. Llevando a establecer que una economía mundial estable requiere que existan mecanismos que permitan la gestión nacional de la economía en consonancia con las normas y exigencias de una economía internacional liberal.

Además de estas consideraciones, Gilpin se expresa en términos del advenimiento de la política de dinero que ha dado al Estado moderno control sin precedentes sobre la economía, el sistema financiero y lo político. Así como deja claro que lo posible y beneficioso para un estado solo se ha demostrado que es un desastre para el sistema internacional como un todo. Estas consideraciones de Gilpin nos llevan a concluir que la dinámica de la economía global contemporánea ha llevado a la propia creación del G-20 como un foro donde ser incluye a las economías emergentes que antes habían sido excluidas. El cambio en el crecimiento económico de los países ha sido desigual, y estas economías emergentes son producto de ese proceso. Esto llevo a una reconfiguración estructural de la economía mundial puesto que aquellos países que eran excluidos ahora tienen una voz poderosa ante dicho foro. De igual forma, vemos esto plasmado en las consideraciones de fortalecer las instituciones financieras internacionales, no solo dándoles recursos monetarios sino incluyendo mayor representación en el gobierno de estos por parte de países que antes no hubiesen tenido cierto poder.

Por último, esto lleva directamente a considerar el planteamiento de Gilpin en que lo beneficioso y conveniente para un solo estado no necesariamente lo es para todo el sistema en su conjunto y esto puede ser considerado con el caso de Estados Unidos que ha tenido bastante control en el juego de la economía política mundial y ahora que el sistema está un tanto desquebrajado se está planteando la posibilidad de repartir el poder entre más países e incluso incluir a los que han sido marginados. Parece ser que el G-20 se dirige a reparar el daño que tal vez fue producto de la hegemonía relativa de Estados Unidos en el sistema financiero internacional. Ahora solo queda esperar a ver que ocurre en la próxima reunión del G-20 para tener claro los cambios recomendados y su manera de ser aplicados.

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